La chimenea suena con los crujidos del fuego y alumbra, amarillo y rojo.
Está la alfombre peluda azul y vino.
Arriba de la silla hamaca, péndulo entre mañana y ayer, el presente se dibuja.
En los estantes, el lomo de los libros anuncia y promete viajes conducidos por otros, hacia ellos mismos. Interiores que tienen ventanas a otros mundos.
Afuera hay plantas; suenan los grillos y algún pájaro todavía hace ruido y mueve las hojas.
Se puede espiar si hay luna entre las ramas y si está nublado.
Se ven las ventanas de los vecinos iluminadas por el interior de las casas.
Espera afuera la vereda que conduce al pasto, al sol, los árboles, el agua y los animales; todavía me acuerdo del camino.
Me lleno la memoria de cuevas antiguas y de piedras en forma de bichos. La noche y el día tienen distintos azules, el agua es transparente, el desierto calor, la pampa es verde. En la montaña se derrite el hielo y los arroyos crecen; se cae el pelo de invierno de los caballos.
Se espera la lluvia y el sol pero sobre todo a la luz que crece todos los días, que es reloj y calendario.
Me había olvidado.